El romántico viaje de David Roberts

Miguel Ángel Pérez.- De todos es conocida la imagen que, todavía, gran parte de los viajeros de ayer y hoy tienen en mente de nuestro país: una tierra plagada de encanto feraz, de toreros y gitanas, de fiestas y saraos... Una España idealizada (o distorsionada, según las opiniones), casi, casi legendaria, más próxima al primitivismo africano que a la propia Europa a la que geográficamente pertenece: una estampa icónica que no se corresponde con la percepción de la realidad, sino con la que los artistas y literatos forjaron de ella allá por el siglo XIX, cuando los grandes viajeros románticos se encargaron de difundir en sus naciones de origen la noticia de otras latitudes que, hasta entonces, sólo habían interesado como destinos comerciales.

Uno de estos viajeros fue David Roberts, un pintor escocés mundialmente conocido por sus acuarelas y grabados de monumentos y paisajes orientales (Tierra Santa, Nubia, etc.)

Entre 1832 y 1833, Roberts viajó por España llegando hasta Tánger, en Marruecos, sin dejar de tomar bocetos y dibujos que, de regreso a su tierra, volcó en forma de litografías que ilustraron diversos libros de viajes por la península. Las imágenes difundidas por Roberts alcanzaron un enorme éxito, no sólo en su propio país, sino en toda Europa, hasta el punto de que acabaron imponiendo una determinada percepción de España, a la cual también contribuyó sin duda la popularidad de la novela Carmen, de Merimée. Dada la práctica inexistencia de otro material gráfico disponible, los ciudadanos del continente acabaron confundiendo el todo por la parte y creyendo que España era Andalucía y ésta, prácticamente una provincia africana.


Cabe destacar que el gran pintor español Pérez de Villaamil recibió la influencia directa en su obra de Roberts, ya que fue discípulo suyo durante su estancia en las islas británica con motivo de su exilio. Asimismo, el insigne grabador francés Gustave Doré acusó en su estilo la impronta de Roberts durante su propio periplo por la piel de toro, acabando de reforzar así en toda Europa la imagen de una España pintoresca, de "charanga y pandereta", como se suele decir.

Pues bien, ahora el bibliófilo español dispone de la posibilidad de conocer de primera mano la obra de David Roberts, Picturesque Sketches in Spain (1832-1833), en una magnífica edición facsímil de 48 láminas, con tirada limitada y numerada ante notario de tan sólo 375 ejemplares. El ejemplar, publicado por CM Editores de Salamanca, es una copia prácticamente exacta del volumen conservado en la Biblioteca Nacional de España, y mantiene con escrupulosa fidelidad los tonos del original, así como la textura del papel y las características del modelo en el que se inspira. Un lujo para los sentidos.