Pepe Grau, editor y librero: "El e-book es a la imprenta lo que ésta a los copistas"

Javier Ramos.- Librero anticuario y editor desde hace algo más de veinte años, Pepe Grau es uno de los principales referentes nacionales en lo que al libro antiguo se refiere. Además de mantener en la red varias webs dedicadas a la divulgación y comercialización de ejemplares bibliográficos de indudable valor histórico (como libroantiguo.com o grabadoantiguo.com), dirige HIBRIS Revista de Bibliofilia, la única publicación en papel dedicada al mundo del libro antiguo que existe ahora mismo en España.

- ¿Cuál es, en su opinión, el estado actual del mercado de la bibliofilia, el libro antiguo y el facsímil en España?

- La crisis sistémica a la que estamos sometidos, al combinarse con unos rapidísimos cambios tecnológicos que han convertido el libro de papel en algo casi prescindible, ha provocado que la generación más joven de bibliófilos sea casi inexistente y que las generaciones intermedias tengan, necesariamente, que dedicar menos recursos al libro antiguo y al facsímil. La buena noticia es que para cumplir cien años no hay como tener una mala salud crónica.

- Desde su perspectiva, ¿cuál es el principal problema de este sector? 
- Ahora mismo, además de lo que he dicho, sobre todo destaca la competencia desleal. De hecho, una gran parte de los libros antiguos que actualmente se ofrecen en internet no pertenecen a libreros profesionales.

- ¿Existe un público fiel al mercado del libro antiguo?
- Rotundamente, sí. Nuestros clientes nos visitan, al menos, una vez a la semana.

- ¿Qué características tiene el usuario aficionado por este tipo de ejemplares únicos? 
- Ante todo es, y me incluyo, como no, alguien que no ha renunciado a la búsqueda del tesoro, ni a la taquicardia del abordaje. Conseguir una edición largamente deseada proporciona una emoción indescriptible.


- ¿Es el bibliófilo un tipo obsesivo, romántico, de los que ya no quedan? 
- No, es una persona perfectamente normal que puede tener una vida ordenada o caótica, ser rico o pobre, vegetariano o carnívoro y, por supuesto, romántico o pragmático. Sólo que además de ser todo esto, es bibliófilo.

- ¿Es el libro antiguo un oscuro objeto de deseo? Lo digo por su exclusividad (si se tratan de primeras ediciones u obras descatalogadas) o por los precios desorbitados que llegan a alcanzar en algunas subastas.

- Es un objeto de deseo, aunque no necesariamente oscuro. De hecho, los precios alcanzados son una clara y pública cuestión de oferta y demanda. También está la cuestión de que a cada uno le resulta divertido gastarse el dinero en una cosa.

- ¿Qué es lo que más le apasiona de su trabajo? 
- En el ámbito de editor disfruto ejercitando el aforismo de “el genio es la capacidad infinita de tomarse molestias”. Como librero anticuario, digamos que he cumplido mi sueño de adolescente de ganarme la vida buscando tesoros. Y en ambos tratando con gentes que forman parte de una maravillosa conjura.

- ¿Se puede vivir bien de la conservación y venta de libros antiguos, o el público se viene decantando más por autores contemporáneos?
- Dedicarse a lo que a uno le apasiona es una perfecta definición de vivir bien. Si, además se tiene profesionalidad, honestidad y un poco de suerte, se puede vivir del libro antiguo.

- ¿Cómo se adapta un librero de sus características a los nuevos tiempos ahora dominados por las nuevas tecnologías (e-books, ipads,...)  
- Un buen conocimiento sobre la invención de la imprenta nos hará darnos cuenta que no hay nada nuevo bajo el sol. El libro electrónico es a la imprenta lo que la imprenta fue a los copistas.





Es, quizás, el libro que más misterios guarda entre sus páginas. Se trata del único manuscrito de origen medieval que no ha conseguido ser descifrado hasta ahora. Escrito hace unos 600 años por un autor anónimo en un alfabeto no identificado y un idioma incomprensible, el Manuscrito Voynich se ha convertido en el Santo Grial de la criptografía histórica, aunque los detractores de esta obra defienden la teoría de que el libro no es más que una secuencia de símbolos al azar que carecen de sentido alguno. Invención o realidad, lo cierto es que el Manuscrito Voynich fascina hasta a los más escépticos.

Un Evangeliario es un libro que contiene el texto e imágenes alusivas a las fuentes bíblicas de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Sin embargo, este códice que perteneció a Carlos de Angulema tiene el tamaño y parte de la iconografía de los libros de horas. Este asunto es importante, porque la Inquisición prohibió cualquier fragmento de textos bíblicos a cualquiera que no perteneciera al clero. Han sobrevivido muy pocas copias de estos siglos, y esta es una de las escasas muestras de este género.


Pedanio Dioscórides Anazarbeo fue un médico, farmacólogo y botánico de la antigua Grecia, cuya obra De Materia Medica alcanzó una amplia difusión y se convirtió en el principal manual de farmacopea durante toda la Edad Media y el Renacimiento. El texto que recibe su nombre de este autor es un manuscrito que describe unas 600 plantas medicinales, incluyendo la peligrosa mandrágora, unos 90 minerales y alrededor de 30 sustancias de origen animal. A diferencia de otras obras clásicas, este libro tuvo una enorme difusión durante la Edad Media, tanto en griego como en latín o árabe.

El Libro de Horas de la condesa de Bertiandos representa un curioso manuscrito iluminado si lo comparamos con el resto de los libros de horas de su época (siglo XVI). Está considerado, además, como una cima de la iluminación artística religiosa y popular de todos los tiempos. En este códice se representan costumbres y usos que lo convierten en un documento esencial para el conocimiento de tradiciones y hábitos perdidos. Con gran minuciosidad y excelente riqueza cromática se presentan flores, frutos, insectos, peces, animales de caza, animales domésticos, trompetas, barcos, escaleras, instrumentos de labranza y náuticos, musicales y formas híbridas.





En la trastienda de la historia, se cuecen todo tipo de intereses: desde las intrigas palaciegas hasta las más burdas maniobras de márketing turístico. Dada la relevancia que en el Medievo tenía el Camino de Santiago como columna de transmisión de la cristiandad, así como el tumultuoso estado de las lides dinásticas y papales, no es extraño que muchos de los testimonios escritos que se originaron en la época tuviesen una, cuanto menos, curiosa génesis. El Códex Calixtinus, recientemente sustraído de la Catedral de Santiago, oculta una serie de vicisitudes que conviene conocer para contextualizarlo en su época.

Entre los ejemplos más extravagantes de libros antiguos, se encuentra este fantástico códice de forma circular (de ahí su nombre: Codex Rotundus), al parecer, perteneciente al conde Adolfo de Clèves y La Mark, quien habría entrado en contacto en la corte borgoñesa con las últimas tendencias de la época en materia de iluminación de manuscritos y habría impulsado la creación de este minúsculo tomito, de poco más de 9 cm de diámetro y exquisitamente iluminado por un maestro flamenco de identidad desconocida.

Los Códices de Madrid pertenecen tal vez al período más productivo de la vida de Leonardo da Vinci, desde 1491 hasta 1505. Muchos de los ingenios ilustrados en estos manuscritos no serían desarrollados por completo hasta muchos siglos después, caso del giroscopio o el llamado "engranaje sin fin". Ahora bien, estos Códices no se limitan a una colección de diversas máquinas, sino que constituyen un análisis sistemático de los conceptos y elementos de las máquinas. Hubieron de transcurrir doscientos años antes de que los sabios franceses, por ejemplo, desarrollaran un análisis similar para establecer las bases de las teorías modernas de la mecánica.